- Bonne nuit, ma douce fleur!
¡Buenas noches, mi dulce flor!
- Faites de beaux rêves, mon ami
Dulces sueños, amigo mío.
- Je ne manque pas demain. À cinq heures, en face du Louvre, il ya je l'espère.
No me faltes mañana. A las cinco en punto delante del Louvre, allí te espero.
- Ne vous inquiétez pas, je serai là. Je t'aime.
No te preocupes, allí estaré. Te quiero.
- Je t'aime aussi.
Yo también te quiero.
La luna parecía sonreírme y las estrellas iluminaban las calles de París. Nada ni nadie me iba arrebatar las miles de mariposas que sentía dentro de mí, ni siquiera el amor que sentía por Jean, mi novio. Sonreía y reía y no me daba cuenta de lo que iba a suceder después. Hacía frío y comenzaba a llover. Me daba igual. Las personas que estaban en la calle empezaron a esfumarse, al poco tiempo, las calles de París estaban desoladas. No muy lejos de donde me encontraba se movía una sombra, una sombra negra, algo baja para ser un hombre y algo amorfa para ser mujer. ¿Qué sería esa “Sombra”?. Cada vez se iba acercando a mí, y yo cada vez sentía más miedo. Dejé de sentir las mariposas revoleteando en mi interior y dejé paso a una náusea contenida. Era un hombre, un hombre de aspecto enjuto, desgarbado, amorfo y torpe. Me caí en el suelo frío y mojado. Él me gritaba diciendo:
- Allègementdesecoursm'aider!.
¡Socorrosocorroayúdame!
Yo no sabía que hacer y menos que decir. Mis palabras se quedaron pegadas en mi garganta y de ella sólo salían pequeños gemidos de miedo. Él se estiraba del pelo nervioso. Salió corriendo, chillando. Mi mirada no dejaba de mirarlo mientras que se esfumaba a lo lejos. De repente una mujer empezó a chillar. Mis piernas empezaron a recobrar el sentido y empecé a correr calle abajo. Vi a una mujer tendida en el suelo, tenía la cara destrozada y llena de sangre. La ambulancia y la policía ya habían llegado. Había sido la Sombra, estaba segurísima.
- O sea, que la Sombra, según usted está implicada en este delito.
- Bueno sr Inspector, es el único hombre que había allí.
- Me temo que se equivoca señorita.
- ¿Cómo? No le entiendo.
- Esa “Sombra” a la que llama usted, no es más que Jean Luvó, señorita Lumière. Nunca le hizo daño a nadie. Según otro testigo fue Yiavó Sesan, el mafioso más polémico que ha tenido Francia y que ha confesado el crimen.
- Entonces ¿No fue la Sombra, digo Jean Luvó?
- No señorita. El problema a día de hoy, es que, una persona fea o amorfa como es el caso de este pobre hombre, quiere indicar desgracia. Lo único que hizo fue alertar a la gente para que ayudasen a la mujer. Nada más.
- Entonces perdóneme Usted. Yo no quería inculpar…
- Sé que su piel grisácea, sus ojos saltones, su nariz prominente y, sus labios agrietados le dan un aspecto repelente y monstruoso. Y su dentadura amarillenta y deforme completan su imagen sobrenatural, pero nunca le ha hecho daño a nadie, señorita Lumière. Vive de la caridad y se sustenta gracias a los demás. Es un hombre culto y cuando posas tus ojos en sus ojos ves la mirada tierna y amorosa de un hombre. Creo que le debe una disculpa.
A partir de entonces no volví a inculpar a nadie ni por su aspecto ni por su forma de ser. Sino que empecé a mirar mis defectos e intentar cambiarlos. Desde ese momento "La Sombra" y yo fuimos grandes amigos.
Para Susana Molina Ruiz. Para ti, con mucho cariño. <3